(FNM) Las autoridades de Vicente López, con la aquiescencia de sus pares de Provincia y Nación continúan fomentando la destrucción del ambiente costero del Partido. Mientras, la máxima autoridad ambiental “celebra” el Día de los Humedales con el lanzamiento de bellas estampillas ecológicas.
La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, hizo saber a través de su portal, que “con motivo de la celebración del día Mundial de los Humedales el 2 de febrero y al cumplirse 40 años de la Convención que promueve su conservación, la Secretaría de Ambiente junto al Correo Argentino lanzan un entero postal (foto) para contribuir con la difusión de la importancia ecológica de estos ecosistemas.
La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, hizo saber a través de su portal, que “con motivo de la celebración del día Mundial de los Humedales el 2 de febrero y al cumplirse 40 años de la Convención que promueve su conservación, la Secretaría de Ambiente junto al Correo Argentino lanzan un entero postal (foto) para contribuir con la difusión de la importancia ecológica de estos ecosistemas.
El Acto contará con la presencia del secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Juan José Mussi, y tendrá lugar en la sede de la cartera ambiental –San Martín 451, ciudad de Buenos Aires- el miércoles 2 de febrero a las 12 hs. Este día conmemora que, en 1971 en la ciudad iraní de Ramsar, se aprobó este tratado intergubernamental conocido como convención Ramsar, como marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos”.
Mientras tanto, a unos pocos kilómetros del lugar de desarrollo de tan significativo y tocante testimonio de compromiso ambiental – y postal-, continúa preparándose el “gran festín urbanístico” de Vicente López, basado precisamente en la DESTRUCCIÓN DE TODO VESTIGIO DE LOS HUMEDALES COSTEROS DE DICHO PARTIDO DEL GRAN BUENOS AIRES. Y sin que ninguna autoridad de referencia ambiental haya ensayado el menor comentario sobre este latrocinio.
Por el contrario, insultando una vez más a la inteligencia ciudadana, las autoridades –en este caso aliadas en los niveles municipal, provincial y nacional-, y los imprescindibles “emprendedores inmobiliarios”, parecen convencidos, de que la solución más racional y cuidadosa para preservar la valiosa y delicada zona costera de Vicente López, consiste en la construcción de “mega-shopping”, torres de 27 pisos para viviendas, edificios de oficinas y toda la infraestructura asociada.
La nueva orgía de cemento, incluye un ya famoso “vial costero”, esperpento al que el Intendente Enrique García pretendió disfrazar de “paseo”, y que constituyó desde siempre, el primer e imprescindible paso para la “urbanización” que daría lugar al gran negocio inmobiliario en marcha.
Falsas opcionesPero… ¿Por qué oponerse al desarrollo de un nuevo, pujante y bellísimo “Puerto Madero”, en lugar de rescatar esa costa baja, baldía y bastante descuidada… ?
Los inconvenientes son múltiples En realidad, excepto por el gran negocio que implicará para sus propulsores, tanto el ambiente como la calidad de vida de los vecinos serán las grandes víctimas de este emprendimiento.
Las autoridades – y los emprendedores- lo saben.
Saben que las mega-inyecciones de cemento, acero y vidrio implantadas sobre el borde de una planicie costera son reconocidas en todo el mundo, y desde hace ya varias décadas, como una de las peores amenazas para la preservación y uso racional de este tipo de ambientes. Saben que incorporar varias decenas de miles de nuevos vecinos estables y visitantes a ese rincón de Buenos Aires, sólo agravará las congestiones de tránsito en la zona, incrementará los niveles de emisiones de gases y “ahogará” los ya escasos espacios verdes disponibles.
Saben que cargarán aún más las ya deficitarias redes de provisión de agua y descargas cloacales, así como la producción de residuos sólido, y que contribuirán a agravar los muy serios problemas de drenaje que ya plantea la ciudad.
Saben, que contribuirán a interferir aún más en el contacto general de la población con el río.
Saben además que no es bueno –y mucho menos necesario- insistir en aplicar en la Argentina las soluciones urbanísticas de Singapur u Hong Kong, estados carentes de espacio y emplazados “en una baldosa”.
Pero también saben, y esa es la clave, que “vender vista al río” constituye un monumental negocio.
Y es por eso que se han negado sistemáticamente a consultar a sus mandantes, los vecinos, o a atender a los permanentes reclamos y las múltiples demandas de información de éstos.
En verdad, el proyecto nació en la sombras y se fue tejiendo en el silencio, la ocultación, las deleznables maniobras políticas – como aquella vergonzosamente célebre sesión del Concejo Deliberante de la madrugada del 24 de diciembre de 2004 en la que el oficialismo y sus aliados aprobaron modificaciones al Código de Ordenamiento Urbano que propiciaron estos negocios inmobiliarios -, y en la tergiversación permanente de la información.
Lamentablemente, y a pesar de la empecinada resistencia de un grupo creciente de vecinos, el impúdico negocio inmobiliario alentado por las autoridades municipales, provinciales y nacionales, parece no detenerse.
La construcción del vial costero sigue su curso, con financiamiento nacional. Con el decidido impulso del Intendente García, quien prometió denominar al engendro como “Camino Presidente Ricardo Alfonsín”, pensando tal vez que el gesto disminuirá su nocivo efecto.
El Gobernador provincial, un hombre supuestamente amante del río y su entorno, calla y otorga, al tiempo que “instala” su nombre con grandes letras impresas sobre la carpa-teatro de color naranja, erigida en medio de los obradores y máquinas viales destinado a la destrucción de humedales.
Tampoco ha faltado la entusiasta promoción de esta propuesta desde las páginas de grandes diarios de circulación general, que sin embargo no han abordado con similar interés las serias objeciones a que ha dado lugar. Al explicar con embeleso los detalles de la idea, un popular matutino de alcance nacional se refirió recientemente a este disparate como un conjunto de “megaproyectos que están colonizando el río”, y que convertirán a la zona “en un terreno fértil para buenos negocios a escala metropolitana”.
Mientras tanto, a unos pocos kilómetros del lugar de desarrollo de tan significativo y tocante testimonio de compromiso ambiental – y postal-, continúa preparándose el “gran festín urbanístico” de Vicente López, basado precisamente en la DESTRUCCIÓN DE TODO VESTIGIO DE LOS HUMEDALES COSTEROS DE DICHO PARTIDO DEL GRAN BUENOS AIRES. Y sin que ninguna autoridad de referencia ambiental haya ensayado el menor comentario sobre este latrocinio.
Por el contrario, insultando una vez más a la inteligencia ciudadana, las autoridades –en este caso aliadas en los niveles municipal, provincial y nacional-, y los imprescindibles “emprendedores inmobiliarios”, parecen convencidos, de que la solución más racional y cuidadosa para preservar la valiosa y delicada zona costera de Vicente López, consiste en la construcción de “mega-shopping”, torres de 27 pisos para viviendas, edificios de oficinas y toda la infraestructura asociada.
La nueva orgía de cemento, incluye un ya famoso “vial costero”, esperpento al que el Intendente Enrique García pretendió disfrazar de “paseo”, y que constituyó desde siempre, el primer e imprescindible paso para la “urbanización” que daría lugar al gran negocio inmobiliario en marcha.
Falsas opcionesPero… ¿Por qué oponerse al desarrollo de un nuevo, pujante y bellísimo “Puerto Madero”, en lugar de rescatar esa costa baja, baldía y bastante descuidada… ?
Los inconvenientes son múltiples En realidad, excepto por el gran negocio que implicará para sus propulsores, tanto el ambiente como la calidad de vida de los vecinos serán las grandes víctimas de este emprendimiento.
Las autoridades – y los emprendedores- lo saben.
Saben que las mega-inyecciones de cemento, acero y vidrio implantadas sobre el borde de una planicie costera son reconocidas en todo el mundo, y desde hace ya varias décadas, como una de las peores amenazas para la preservación y uso racional de este tipo de ambientes. Saben que incorporar varias decenas de miles de nuevos vecinos estables y visitantes a ese rincón de Buenos Aires, sólo agravará las congestiones de tránsito en la zona, incrementará los niveles de emisiones de gases y “ahogará” los ya escasos espacios verdes disponibles.
Saben que cargarán aún más las ya deficitarias redes de provisión de agua y descargas cloacales, así como la producción de residuos sólido, y que contribuirán a agravar los muy serios problemas de drenaje que ya plantea la ciudad.
Saben, que contribuirán a interferir aún más en el contacto general de la población con el río.
Saben además que no es bueno –y mucho menos necesario- insistir en aplicar en la Argentina las soluciones urbanísticas de Singapur u Hong Kong, estados carentes de espacio y emplazados “en una baldosa”.
Pero también saben, y esa es la clave, que “vender vista al río” constituye un monumental negocio.
Y es por eso que se han negado sistemáticamente a consultar a sus mandantes, los vecinos, o a atender a los permanentes reclamos y las múltiples demandas de información de éstos.
En verdad, el proyecto nació en la sombras y se fue tejiendo en el silencio, la ocultación, las deleznables maniobras políticas – como aquella vergonzosamente célebre sesión del Concejo Deliberante de la madrugada del 24 de diciembre de 2004 en la que el oficialismo y sus aliados aprobaron modificaciones al Código de Ordenamiento Urbano que propiciaron estos negocios inmobiliarios -, y en la tergiversación permanente de la información.
Lamentablemente, y a pesar de la empecinada resistencia de un grupo creciente de vecinos, el impúdico negocio inmobiliario alentado por las autoridades municipales, provinciales y nacionales, parece no detenerse.
La construcción del vial costero sigue su curso, con financiamiento nacional. Con el decidido impulso del Intendente García, quien prometió denominar al engendro como “Camino Presidente Ricardo Alfonsín”, pensando tal vez que el gesto disminuirá su nocivo efecto.
El Gobernador provincial, un hombre supuestamente amante del río y su entorno, calla y otorga, al tiempo que “instala” su nombre con grandes letras impresas sobre la carpa-teatro de color naranja, erigida en medio de los obradores y máquinas viales destinado a la destrucción de humedales.
Tampoco ha faltado la entusiasta promoción de esta propuesta desde las páginas de grandes diarios de circulación general, que sin embargo no han abordado con similar interés las serias objeciones a que ha dado lugar. Al explicar con embeleso los detalles de la idea, un popular matutino de alcance nacional se refirió recientemente a este disparate como un conjunto de “megaproyectos que están colonizando el río”, y que convertirán a la zona “en un terreno fértil para buenos negocios a escala metropolitana”.
A confesión de partes… En conclusión, todo “está dado” para que esta “gran obra” – a la que con justicia habrá que bautizar como el “Nuevo Parque Japonés García”-, pueda terminar de imponerse, sin siquiera escuchar la opinión de la ciudadanía directamente afectada, y a sabiendas de que se trata de un proyecto absolutamente contrario a las más elementales consideraciones ambientales y de planeamiento urbano.
En este marco, el nuevo Secretario de Medio Ambiente de la Nación prefiere dedicarse a la filatelia. Y, al igual que sus predecesores, contribuye mediante el silencio del organismo a convalidar este vergonzoso proyecto... que procuran materializar a pasos de su despacho.
04/02/11
En este marco, el nuevo Secretario de Medio Ambiente de la Nación prefiere dedicarse a la filatelia. Y, al igual que sus predecesores, contribuye mediante el silencio del organismo a convalidar este vergonzoso proyecto... que procuran materializar a pasos de su despacho.
04/02/11
NUESTROMAR
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