Tenemos que
ponerle un freno a este abuso de poder. Acercate mañana (miércoles 7 de
enero) a las 20:30 horas, a la asamblea en la Biblioteca Popular
sudestada, Aristóbulo del Valle 1631.
A continuación transcribimos el testimonio de una vecina que sufrió la violencia municipal en el río.
Agresión policial en la costa de Vicente
López
El pasado viernes 2 de enero me tocó vivir junto a una amiga una situación repudiable en la costa de Vicente López, en el Vial Costero.
Alrededor de las 15 hs me dirigía junto a una amiga a tomar mate en el río como he hecho tantas veces desde hace años. Al llegar a la intersección de la calle San Martín y lo que hoy se conoce como el Vial Costero hay -para quienes no conocen- una barrera, la cual pretende (e ilusamente me encantaría creer que pretende solo eso) que los autos no ingresen, ya que, desde hace unas semanas, los viernes a la tarde y durante todo el fin de semana, el mismo permanece cerrado al tránsito vehicular. Sin embargo, esa barrera, no pretende solamente eso, sino que esta puesta como “entrada” al río, la cual al ser traspasada nos debemos sujetar a normas ridículas que nos propone nuestra querida y macrista municipalidad.
Al llegar esa barrera que divide vaya a saber que de que otra cosa, tres trabajadoras municipales nos frenaron y nos pidieron que les mostremos nuestras mochilas. Le preguntamos la razón y nos dijeron que estaba prohibido el ingreso con bebidas alcohólicas (ya que está prohibida su ingesta en la vía pública desde hace algunos años). Le aclaramos que no traíamos bebidas alcohólicas pero que de ninguna manera pensábamos mostrarles nuestras cosas ya que eran nuestras pertenencias y ellos no tenían ningún tipo de derecho a hurgarlas u obligarnos a mostrarlas, ya que estamos en un espacio público y no estamos cometiendo ningún delito.
Aparentemente si lo estábamos cometiendo porque, sin estar informados acerca de lo que pueden o no hacer los empleados municipales. llamaron a la patrulla (también municipal) la cual vino con el mismo discurso. Nosotras seguíamos en nuestra postura, ya que ellos siguen sin tener el derecho a OBLIGARNOS a revisarnos. La patrulla municipal no tuvo mejor idea que (en vez de respetar nuestros derechos y dejarnos irnos a sentar tranquilamente) llamar a la policía.
Cuando nos quisimos dar cuenta de la situación estábamos rodeadas de tres o cuatro patrulleros y unos cinco o seis policías. A partir de ese entonces se desató una situación ridícula (triste, repudiable, horrible). La policía vino hacia nosotras con el mismo discurso que los municipales pero con un tono muchísimo más agresivo y con la autoridad e impunidad de hacer con nosotras lo que quisieran. Nosotras nos seguimos negando junto a dos chicas más que estaban en nuestra misma situación (una de las chicas, estaba con su hija de no más de tres años)
Nuestra postura era firme, pero el abuso de autoridad policial – como siempre – pudo más, su nivel de agresión era cada vez más prepotente, sobre todo el de uno de los oficiales quien nos ninguneó por ser mujeres, por ser “zurdas” (según él) y un montón de otras cosas que prefiero no recordar. La violencia comenzó a traspasar la palabra y ya sin importar este señor TENIENTE SIN NOMBRE (ya que nunca jamás se identificó) nos comenzó a pechear y su compañera nos empezó a empujar y a amenazarnos con llevarnos a la comisaria si no mostrábamos nuestras cosas. Nosotras seguíamos en nuestra postura, pero ya con un poco más de miedo e impotencia que antes. Cuando decidimos irnos porque la situación no daba para más, los oficiales no nos dejaron, nos dijeron que nos habíamos buscado esta situación y que ahora nos iban a llevar a la comisaria por disturbios en la vía pública (que loco que los disturbios los armaron ellos al montar un operativo VIOLENTÍSIMO). La violencia física y verbal volvió, nos obligaron a darles nuestros documentos y nunca se identificaron ellos (a pesar de que se lo pedimos cientos de veces). El señor policía teniente nos respondía ninguneándonos “Soy policía, no ves el patrullero? Que te importa como me llamo a vos eso no te tiene que importar”. Nos retuvieron nuestros documentos para que no nos pudiéramos ir y nos pusieron contra una reja para cacharnos porque, según ellos, estábamos escondiendo algo. Cuando pedimos ayuda a los municipales pintados al óleo que presenciaban la situación, solo nos decían que ellos no pueden hacer nada, que nosotras nos buscamos esto, que nos merecíamos que nos traten asi. Terminamos mostrando nuestras cosas con mucho y así y todo nos querían llevar igual “porque ellos mandan”. La señora policía hija de puta me hizo sacar absolutamente todo de mi cartera, me vació el agua del termo (siempre gritándome, claro). Por supuesto no teníamos más que mate, galletitas y los patines para hacer algo de ejercicio cuando bajara el sol. Sin embargo, siguieron maltratándonos y diciendo que nos iban a llevar “por el quilombo que habíamos armado”, ya no importaba si teníamos o no algo, si queríamos o no que nos revisen, acá importaba que ellos mandaban y querían que lo recordemos. Luego de mucha discusión logramos que nos devuelvan nuestros documentos y nos dejaran “ir”.
Al mismo tiempo que nosotras otras dos chicas discutían por lo mismo – una de las cuales, como dije antes, era mamá y estaba con una nena. Misma situación que nosotros solo que se empecinaron con ella. Luego de una larguísima discusión ella mostró sus pertenencias, pero estaban convencidos que ella “se iba con ellos”. Empezamos a caminar las cuatro junto a la niña, dirigiéndonos por el bosquecito hacia la costa. Cuando nos dimos vuelta, cuatro policías mujeres y el señor teniente facho venían detrás nuestro. A partir de ahí la situación fue violentísima, quisieron llevarse a la chica que estaba con su nena, le arrancaron a su hija de los brazos, la empujaron, la agarraron entre cuatro, la tironearon de todos lados y la metieron muy violentamente en el patrullero. Esta situación duró casi veinte minutos. La separaron de su hijita y se la terminaron llevando. ¿Todo porque? Por cometer el delito de no dejar que la revisen en la vía pública. NO, PERDÓN, no fue por eso. Ella finalmente por miedo y la presión mostró que no llevaba nada en su mochila. Pero acá lo importante era demostrar quien la tiene más grande, quien gana la discusión, quien manda, quien tiene el poder de hacernos hacer lo que ellos quieran. Ellos ganaron y van a ganar siempre porque tienen el monopolio de la violencia física, de la violencia permitida y legitimada.
Muchos de nuestros vecinos, al ver la situación defendieron a la policía porque nos merecíamos ese maltrato, porque somos “rebeldes” “borrachas” (¿?) y le faltamos el respeto a la “autoridad”. Estoy triste, indignada, con muchísima bronca. Nos robaron impunemente nuestra costa, me robaron impunemente mis ganas de ir a patinar, a juntarme con amigos, a tomar mate en MI RIO, en el rio que yo consideraba que era el jardín de mi casa. Ya no lo es y personalmente es lo que más me entristece. La municipalidad le da más miedo una latita de birra que un policía abusando de su autoridad.
No estamos obligados a mostrar nuestras pertenencias en la vía pública, nadie nos puede revistar si no estamos cometiendo ningún delito, no pueden ningunearnos, maltratarnos y hacer lo que hicieron aplicando violencia física y verbal, llevándose a una compañera (luego de arrancarle de los brazos a su hija y maltratarla como lo hicieron) que no estaba haciendo más que hacer respetar sus derechos .
Había mucha gente filmando ese día - de hecho el señor teniente facho obligo a más de uno a que apagara la cámara bajo la amenaza de que se lo iban a llevar si no lo hacía – quien tenga videos de lo ocurrido por favor háganlo circular. Las cámaras de la municipalidad filmaron todo pero no se puede acceder a ese registro sin que lo permita la fiscalía.
Pido por favor que denunciemos esto, que no permitamos que siga pasando. Escrachemos a todos y cada uno de los policías que siguen reprimiendo en nuestra costa.
El pasado viernes 2 de enero me tocó vivir junto a una amiga una situación repudiable en la costa de Vicente López, en el Vial Costero.
Alrededor de las 15 hs me dirigía junto a una amiga a tomar mate en el río como he hecho tantas veces desde hace años. Al llegar a la intersección de la calle San Martín y lo que hoy se conoce como el Vial Costero hay -para quienes no conocen- una barrera, la cual pretende (e ilusamente me encantaría creer que pretende solo eso) que los autos no ingresen, ya que, desde hace unas semanas, los viernes a la tarde y durante todo el fin de semana, el mismo permanece cerrado al tránsito vehicular. Sin embargo, esa barrera, no pretende solamente eso, sino que esta puesta como “entrada” al río, la cual al ser traspasada nos debemos sujetar a normas ridículas que nos propone nuestra querida y macrista municipalidad.
Al llegar esa barrera que divide vaya a saber que de que otra cosa, tres trabajadoras municipales nos frenaron y nos pidieron que les mostremos nuestras mochilas. Le preguntamos la razón y nos dijeron que estaba prohibido el ingreso con bebidas alcohólicas (ya que está prohibida su ingesta en la vía pública desde hace algunos años). Le aclaramos que no traíamos bebidas alcohólicas pero que de ninguna manera pensábamos mostrarles nuestras cosas ya que eran nuestras pertenencias y ellos no tenían ningún tipo de derecho a hurgarlas u obligarnos a mostrarlas, ya que estamos en un espacio público y no estamos cometiendo ningún delito.
Aparentemente si lo estábamos cometiendo porque, sin estar informados acerca de lo que pueden o no hacer los empleados municipales. llamaron a la patrulla (también municipal) la cual vino con el mismo discurso. Nosotras seguíamos en nuestra postura, ya que ellos siguen sin tener el derecho a OBLIGARNOS a revisarnos. La patrulla municipal no tuvo mejor idea que (en vez de respetar nuestros derechos y dejarnos irnos a sentar tranquilamente) llamar a la policía.
Cuando nos quisimos dar cuenta de la situación estábamos rodeadas de tres o cuatro patrulleros y unos cinco o seis policías. A partir de ese entonces se desató una situación ridícula (triste, repudiable, horrible). La policía vino hacia nosotras con el mismo discurso que los municipales pero con un tono muchísimo más agresivo y con la autoridad e impunidad de hacer con nosotras lo que quisieran. Nosotras nos seguimos negando junto a dos chicas más que estaban en nuestra misma situación (una de las chicas, estaba con su hija de no más de tres años)
Nuestra postura era firme, pero el abuso de autoridad policial – como siempre – pudo más, su nivel de agresión era cada vez más prepotente, sobre todo el de uno de los oficiales quien nos ninguneó por ser mujeres, por ser “zurdas” (según él) y un montón de otras cosas que prefiero no recordar. La violencia comenzó a traspasar la palabra y ya sin importar este señor TENIENTE SIN NOMBRE (ya que nunca jamás se identificó) nos comenzó a pechear y su compañera nos empezó a empujar y a amenazarnos con llevarnos a la comisaria si no mostrábamos nuestras cosas. Nosotras seguíamos en nuestra postura, pero ya con un poco más de miedo e impotencia que antes. Cuando decidimos irnos porque la situación no daba para más, los oficiales no nos dejaron, nos dijeron que nos habíamos buscado esta situación y que ahora nos iban a llevar a la comisaria por disturbios en la vía pública (que loco que los disturbios los armaron ellos al montar un operativo VIOLENTÍSIMO). La violencia física y verbal volvió, nos obligaron a darles nuestros documentos y nunca se identificaron ellos (a pesar de que se lo pedimos cientos de veces). El señor policía teniente nos respondía ninguneándonos “Soy policía, no ves el patrullero? Que te importa como me llamo a vos eso no te tiene que importar”. Nos retuvieron nuestros documentos para que no nos pudiéramos ir y nos pusieron contra una reja para cacharnos porque, según ellos, estábamos escondiendo algo. Cuando pedimos ayuda a los municipales pintados al óleo que presenciaban la situación, solo nos decían que ellos no pueden hacer nada, que nosotras nos buscamos esto, que nos merecíamos que nos traten asi. Terminamos mostrando nuestras cosas con mucho y así y todo nos querían llevar igual “porque ellos mandan”. La señora policía hija de puta me hizo sacar absolutamente todo de mi cartera, me vació el agua del termo (siempre gritándome, claro). Por supuesto no teníamos más que mate, galletitas y los patines para hacer algo de ejercicio cuando bajara el sol. Sin embargo, siguieron maltratándonos y diciendo que nos iban a llevar “por el quilombo que habíamos armado”, ya no importaba si teníamos o no algo, si queríamos o no que nos revisen, acá importaba que ellos mandaban y querían que lo recordemos. Luego de mucha discusión logramos que nos devuelvan nuestros documentos y nos dejaran “ir”.
Al mismo tiempo que nosotras otras dos chicas discutían por lo mismo – una de las cuales, como dije antes, era mamá y estaba con una nena. Misma situación que nosotros solo que se empecinaron con ella. Luego de una larguísima discusión ella mostró sus pertenencias, pero estaban convencidos que ella “se iba con ellos”. Empezamos a caminar las cuatro junto a la niña, dirigiéndonos por el bosquecito hacia la costa. Cuando nos dimos vuelta, cuatro policías mujeres y el señor teniente facho venían detrás nuestro. A partir de ahí la situación fue violentísima, quisieron llevarse a la chica que estaba con su nena, le arrancaron a su hija de los brazos, la empujaron, la agarraron entre cuatro, la tironearon de todos lados y la metieron muy violentamente en el patrullero. Esta situación duró casi veinte minutos. La separaron de su hijita y se la terminaron llevando. ¿Todo porque? Por cometer el delito de no dejar que la revisen en la vía pública. NO, PERDÓN, no fue por eso. Ella finalmente por miedo y la presión mostró que no llevaba nada en su mochila. Pero acá lo importante era demostrar quien la tiene más grande, quien gana la discusión, quien manda, quien tiene el poder de hacernos hacer lo que ellos quieran. Ellos ganaron y van a ganar siempre porque tienen el monopolio de la violencia física, de la violencia permitida y legitimada.
Muchos de nuestros vecinos, al ver la situación defendieron a la policía porque nos merecíamos ese maltrato, porque somos “rebeldes” “borrachas” (¿?) y le faltamos el respeto a la “autoridad”. Estoy triste, indignada, con muchísima bronca. Nos robaron impunemente nuestra costa, me robaron impunemente mis ganas de ir a patinar, a juntarme con amigos, a tomar mate en MI RIO, en el rio que yo consideraba que era el jardín de mi casa. Ya no lo es y personalmente es lo que más me entristece. La municipalidad le da más miedo una latita de birra que un policía abusando de su autoridad.
No estamos obligados a mostrar nuestras pertenencias en la vía pública, nadie nos puede revistar si no estamos cometiendo ningún delito, no pueden ningunearnos, maltratarnos y hacer lo que hicieron aplicando violencia física y verbal, llevándose a una compañera (luego de arrancarle de los brazos a su hija y maltratarla como lo hicieron) que no estaba haciendo más que hacer respetar sus derechos .
Había mucha gente filmando ese día - de hecho el señor teniente facho obligo a más de uno a que apagara la cámara bajo la amenaza de que se lo iban a llevar si no lo hacía – quien tenga videos de lo ocurrido por favor háganlo circular. Las cámaras de la municipalidad filmaron todo pero no se puede acceder a ese registro sin que lo permita la fiscalía.
Pido por favor que denunciemos esto, que no permitamos que siga pasando. Escrachemos a todos y cada uno de los policías que siguen reprimiendo en nuestra costa.
Dolores Rodríguez
Villegas
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