Vecinos que cuidan el predio de nueve hectáreas, donde se preserva la flora y la fauna originaria de la ribera del Río de la Plata, presentaron un proyecto en la Municipalidad, en el HCD y en la Defensoría. Los avatares para evitar su privatización, que incluyó represión policial a quienes se negaron a su cierre.
El Yrigoyen, el último pulmón de naturaleza en la Costa de Vicente López.
“Nuestra idea es que esto se pueda transformar en una reserva pero que no cierre. Que los vecinos puedan interactuar siempre con ella”. La frase se la dijo un integrante de la asamblea Todxs por el Yrigoyen a El Argentino ZN en febrero de este año. El joven se refería al predio de nueve hectáreas que existe en el bajo de Vicente López y que preserva la flora y la fauna originaria de la ribera del Río de la Plata. Y sus intenciones se dirigían a ese lugar que cuidan desde 2015 con trabajo voluntario desde la organización, y que el Municipio quiso cerrar a fuerza de represión. Ahora, a pocos días de terminar el 2017, los miembros del colectivo dieron un paso más que los acerca al deseo de convertir la reserva de hecho en una de derecho: presentaron un Proyecto de reconocimiento del Área Natural Protegida para la integración comunitaria y la educación ambiental en la mesa de entrada de la Municipalidad, el Concejo Deliberante y la Defensoría del Pueblo de la comuna.
“Lo más importante del proyecto es la protección de la reserva”, dice Rocío, sentada a la sombra de un eucalipto. Ella forma parte de la asamblea Todxs, al igual que Amparo e Iván, que están a su lado. Rodeados por el verde del Yrigoyen -como apodan al predio- explican cuáles son los principales objetivos de su bosquejo. “No queremos que la naturaleza parezca exhibida en una vidriera como se da en otros espacios -explica Iván, y agrega: “Necesitamos que la flora y fauna nativa se presenten como si el hombre nunca hubiese pisado el lugar”.
“NO QUEREMOS QUE LA NATURALEZA PAREZCA EXHIBIDA EN UNA VIDRIERA COMO SE DA EN OTROS ESPACIOS”.
Cuando termina de hablar, Ivan hace una pausa y aclara que de todas maneras, la reserva sí tuvo intervenciones del humano en el pasado. El predio formaba parte del balneario El Ancla, donde vecinos y vecinas de la zona norte iban a disfrutar de la playa del Río de la Plata. En la década del 70 el área se cerró al público y fue cedida a la Administración General de Puertos (AGP) que depende de la Nación. El lugar limita lateralmente con el Círculo Naval y también linda con el Club Obras Públicas, que fue el encargado de avanzar sobre la ribera con relleno hasta que un fallo de 2008 del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo N° 1 lo condenó a detenerse. Desde ese momento, la zona se abandonó y se recuperó la naturaleza autóctona del lugar.
“El proyecto se desanda entre dos puntos importantes -comenta Rocío mientras ojea las hojas del escrito- El de la cogobernanza y los servicios ecosistémicos”. Sobre este último, entre los tres explican lo inédito de la multiplicidad de ambientes que coexisten en el Yrigoyen: la selva en galería, talar, chilcal y pastizal pampeano, por el que se encuentran rodeados y el más representativo de la reserva. Y también, mencionan el ambiente que se presenta en el Arroyo Yrigoyen, otro de los límites laterales del predio: un “auténtico humedal ribereño”. En la presentación, desarrollan que se trata de un espacio protegido a nivel internacional por la Convención de Ramsar y citan parte del tratado que se firmó en la ciudad iraní en 1971: “Los humedales constituyen un recurso de enorme valor económico, cultural, científico y recreativo para la vida humana”.
Uno de los servicios ecosistémicos que brinda la preservación del humedal del Arroyo Yrigoyen es la “mitigación de inundaciones por el escurrimiento de las aguas pluviales”. Además de este, en el proyecto enumeran otros beneficios que traería la protección de la multiplicidad de ambientes en la reserva: “saneamiento de las aguas por la flora acuática, purificación del airea densamente contaminado y liberación de oxígeno, reducción de ruidos, conservación de flora y fauna autóctona, regulación de temperaturas, evitar la erosión de las costas, control biológico de plagas”.
En el proyecto mencionan también el artículo 13 de la Ley provincial N° 8912 y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el uso del suelo: allí dice que se necesita como mínimo diez metros cuadrados de espacio verde por habitante para un ambiente saludable. Según un relevamiento realizado por vecinos y vecinas de Vicente López, en el partido sólo hay 0,81 metros cuadrados. “Los ambientes naturales tienen un reconocido papel en la reducción del estrés causado por el estilo de vida moderno, que se traduce en mejoras en la salud”, se puede leer en el plan para la reserva.
Y los tres coinciden en que si tuvieron un día malo, lo mejor que pueden hacer es visitar el Yrigoyen. “Acá te das cuenta que los problemas no son tan grandes”, dice Amparo. “Los múltiples beneficios ya mencionados permiten entender este espacio verde y público como un bien común urbano”, desarrollan en el proyecto. A partir de esto, explican cual es el modelo que eligen para gestionar la reserva con participación ciudadana: el de una cogobernanza entre la Municipalidad por un lado y los vecinos, vecinas, profesionales, organizaciones civiles por el otro. “Lo distintivo en cuanto a la toma de decisiones no es el qué, sino el cómo -detalla Amparo- Ahí entra en juego la involucración de todos y todas para preservar el Yrigoyen”. Y otra causa por la que piensan que es imprescindible la participación se lee en una de las páginas del bosquejo: “Los bienes públicos del partido administrados por el Estado han sido en los últimos años objeto de especulación inmobiliaria”. Por este motivo, piden no solo el reconocimiento del área, sino también del trabajo voluntario que realizan desde Todxs para proteger el ambiente.
“LOS BIENES PÚBLICOS DEL PARTIDO ADMINISTRADOS POR EL ESTADO HAN SIDO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS OBJETO DE ESPECULACIÓN INMOBILIARIA”.
El proyecto lo firma no solo la asamblea Todxs por el Yrigoyen, sino también todas las organizaciones que convergen y se involucran con la reserva: el Centro de Actividades Educativas Camino (CAEC), Un Árbol para mi Vereda, el Instituto Latinoamericano para el Desarrollo Económico Sustentable (ILDES), la ONG Naturaleza de Derechos y Unidos por el Río. Y al final del escrito detallan las actividades que se realizan en la reserva y en las cuales se involucran los colectivos: un vivero de plantas nativas y comestibles, una huerta urbana agroecológica, reciclaje y limpieza de residuos, compostaje, reforestación y visitas guiadas para instituciones educativas como forma de educación ambiental y esparcimiento. “Todos y todas somos de distintas ramas: investigadores, biólogos, artistas, ingenieros, vecinos, y eso quedó plasmado en la escritura -comenta Rocío y concluye- Empezamos a redactarlo alrededor de quince personas cada uno abocado a su rama y con varias computadoras y anotadores”. Después, los tres recuerdan que ese día pasaron de la teoría a la práctica: caminaron por el Yrigoyen y vieron materializado todo lo que pensaban. Ahí es donde coinciden con la frase que decía su compañero a principios de este año: “El proyecto definitivamente no es invitar a la gente a la reserva. Es la gente tomando parte”.
Llink con acceso al resumen del proyecto, la versión
completa y las vías de comunicación para sumar tu aporte!!! http://bit.ly/2AVvSOt
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