Por Sebastián Weber y Emiliano Biani
Todxs por el Yrigoyen es un grupo de jóvenes que hace más de dos años trabaja y cuida un predio de nueve hectáreas que se encuentra a pocos metros del asfalto del vial costero de Vicente López. En el Yrigoyen –como apodan al lugar- se mantiene la
vegetación y la fauna originaria de la ribera del Río de la Plata. Los integrantes del colectivo se encargan de que esto se mantenga. El miércoles 8 de febrero entraron al lugar la Prefectura, siete camionetas y cuatro motos de la patrulla municipal y casi 40 agentes:
echaron a los vecinos pese a que estaban en una asamblea en un lugar público. Ese día las fuerzas cerraron el acceso al lugar con una cinta celeste. La idea de un
negociado inmobiliario y un potencial desmonte recorrió la mente de todos. Pero a pesar de eso, la organización empezó a reunirse fuera del terreno para preparar un evento que intentara cambiar y denunciar la situación del lugar. Y lo lograron: a las nueve de la mañana del sábado pasado cada uno realizaba una actividad distinta como pintar carteles y remeras, armar un domo o preparar una ensalada popular al lado de la rotonda de Yrigoyen y el paseo costero. Parecían serios por la concentración. Y en realidad sonreían porque formaban parte del Carnaval de los Vecinos y la Plantación Colectiva que organizaron en conjunto los movimientos Unidos por el río y Juntos somos un bosque.
“Esto no es como el carnaval de la Municipalidad. Pero tampoco es de Unidos por el río o las organizaciones. Es la fiesta de los vecinos”, explicó Alejandro Benatar, de Unidos, a El Argentino ZN . Aunque ya habían organizado otros cinco festivales, el del sábado fue diferente a todos los anteriores: por primera vez participaron otros colectivos y se desarrollaron actividades en simultáneo. Además, las ediciones previas se realizaron en la avenida San Martín o en la calle Arenales y el paseo costero. En esta oportunidad la gente se reunió a la altura de la avenida Yrigoyen. Desde temprano traían y llevaban herramientas y cartelería para la plantada. Las banderas que colgaron y las remeras que llevaban puestas demostraban la cantidad de asociaciones que participaban de la acción: Un árbol para mi vereda, Vivero Comunitario de Ciudad Universitaria (VICCU), Club de Observadores de Aves (COA) de Vicente López, el Grupo de educación y conservación ambiental (Geca) y el movimiento Aclimatando.
A las once de la mañana hicieron un círculo para comenzar el carnaval y la plantada. Se tomaron todos de las manos y Marcos, de Un árbol para mi vereda, destacó la importancia de lo que realizaban. “Pido por favor que reflexionen un minuto por lo menos en silencio”, dijo. Después, un compañero suyo inició un movimiento de yoga conocido como saludo al sol. Todos lo imitaron. Al final, hubo un fuerte aplauso. A metros de la vereda del vial costero armaron un domo que trajeron desde la aldea comunitaria Velatropa de Ciudad Universitaria. Alrededor pusieron los guantes, palos, picos, baldes con tierra, agua y todos los tipos de árboles para plantar. Y en una de sus paredes colgaron una bandera que decía: “Todxs por el Yrigoyen”.
Cada vecino que se acercaba para ir a plantar se anotaba en una planilla. Tenía que dejar su nombre, un mail de contacto y la especie de árbol que llevaba. Algarrobo, Sen de Campo, Espinillo, Ceibo, Mataojo, Ombú, Timbó: todos de los ecosistemas talar y selva ribereña, que son autóctonos de esa parte de la costa. Según la información que pudieron recolectar, durante la jornada la gente que se acercó plantó más de 90 árboles. Y no son los únicos números que sorprendieron en el Yrigoyen: también hicieron un recuento de los hombres y mujeres que firmaron un petitorio dirigido a las autoridades municipales y provinciales para asegurar la conservación del predio. Más de 350 personas pidieron que los gobiernos “garanticen la preservación del pastizal y bosque nativo, impidiendo desmontes, rellenos con escombros, incendio y cualquier tipo de acto que pudiere afectar negativamente la biodiversidad del lugar”. Solicitaron también que “se siga manteniendo el uso público por parte de los vecinos y vecinas”.
El miedo a que se inicie un negociado inmobiliario
como el shopping de Laprida y el río está latente desde que las fuerzas policiales los echaron del predio la noche del 8 de febrero. Ese día, un oficial de Prefectura les aseguró que las tierras del Yrigoyen habían sido traspasadas de Nación al municipio de Vicente López y que lo iban a cerrar definitivamente. Sobre el cambio de titularidad todavía no hay noticias: no está publicado en el Boletín Oficial y no llegó al Concejo Deliberante. En diálogo con
El Argentino ZN , el ex concejal socialista Carlos Roberto, confirmó que ese predio pertenece a la Administración General de Puertos (AGP), una dependencia nacional. “El lugar aún se mantiene intacto porque el Municipio no lo pudo tocar. Lo preocupante es que siempre hay un negocio inmobiliario detrás de estos movimientos”, explicó.
Un grupo de runners que entrenaba en el paseo costero fue uno de los primeros en plantar. Cerca de la rotonda de Yrigoyen, hicieron un pozo entre todos y con la ayuda de un tutor de Juntos somos un bosque dejaron un Timbó. Los grupos que iban dentro del predio estaban conformados por cinco personas. Después de anotarse, elegían el árbol que iban a plantar y acompañados de un integrante de una organización llevaban un pico, una pala, una bolsa de compost y un balde de agua. Gustavo, Micaela, Rodrigo, Gloria, Marina y sus dos hijos chiquitos eligieron un Sen de campo para plantar. Alfonso y Sebastián, de Un árbol para mi vereda, oficiaron de guías. Acordaron entre todos un lugar donde iban a hacer el pozo y el primero en intentar cavar fue el nene.
-Má! Vení, ayudame que está re duro, gritó cuando golpeó la pala contra la tierra.
-Eso es porque hay piedra abajo. Todo esto es terreno “ganado” al río, le explicó Alfonso.
El Yrigoyen limita lateralmente con el Círculo Naval. También linda con el Club Obras Públicas, que fue el encargado de avanzar sobre la costa con relleno de sedimentos hasta que un fallo de 2008 del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo N° 1 de San Isidro condenó a la institución a detener la descarga de materiales. “La intendencia municipal de Vicente López viene ejecutando desde el año 1988 actos depredatorios sobre toda la faja costera de su jurisdicción, descargando y permitiendo arrojar miles de toneladas de todas clases de residuos”, resaltó en su resolución el juez José Abelardo Servin. El predio se abandonó en ese momento y la naturaleza se recuperó y pobló el espacio con la flora y la fauna autóctona. En 2015, los jóvenes de Todxs por el Yrigoyen empezaron a cuidar el lugar con trabajo voluntario.
El grupo de vecinos tuvo problemas con descarga de materiales a principios de este año, cuando los camiones de una obra de un conducto pluvial financiado por la Provincia de Buenos Aires descartaron la tierra extraída dentro del predio. Los integrantes de Todxs fueron a hablar y lograron un acuerdo para que no lo hicieran más. Pero un daño ya estaba hecho: los volquetes habían marcado con las ruedas un camino ancho directo hacia la costa del río. En ese sendero, durante el festival encontraron una montaña de botellas de plástico acumuladas bajo pastizales secos. Parecían escondidos. Los vecinos y los voluntarios llenaron seis contenedores de basura, dos bolsones de arena y diez bolsas de residuos: limpiaron la zona por completo. El encargado de la actividad fue Jon, un joven colombiano que hace unos años vive en Buenos Aires y fundó la organización Vamos a Hacerlo Argentina poco después de llegar al país. “No importa la cantidad de residuos que haya, siempre hay que sacar todo para ayudar al ecosistema”, explicó en diálogo con El Argentino ZN .
Una lluvia que duró media hora amenazó con suspender las actividades. Sin embargo, los vecinos seguían acercándose y los grupos de plantaciones entraban al predio igual. Otra característica del festival fue que organizaron visitas guiadas al lugar. Joaquín y Tomás, integrantes de Todxs, acompañaron a un grupo conformado por personas del COA de Vicente López y Aclimatando. Mostraron el cuidado que hacen en los bosques nativos del Yrigoyen y los senderos en los que trabajaron. “Ponemos adoquín a los costados del camino porque cumple tres funciones: es reciclable, protege y a veces germina plantas porque acumula humedad”, explicó Joaquín mientras caminaba entre los pastizales. La visita terminó cuando volvieron al lugar donde siempre se reúnen en asamblea. Allí, se desarrollaba una clase abierta de yoga. Y al lado, la red herbolaria Warmipura instalaba una huerta con plantines medicinales. Después de plantar, dejaban un cartel con las distintas especies que quedaban.
Mientras tanto, sobre la vereda del vial costero se instaló una radio abierta del programa Radio Manicomio de FM La Tribu. Y también, la asamblea Unidos por el río colgó banderas que denunciaban el avance sobre la costa:
el arroyo Raggio , la subestación eléctrica y el shopping. Después, llegó la murga La Redoblona de Almagro. Realizaron un espectáculo y se sumaron a la causa por el Yrigoyen, pero también hicieron una actuación crítica con el gobierno del presidente Mauricio Macri. Carlos Gurvich, de Unidos por el río, expresó que las murgas que participaban del carnaval son autónomas e independientes: “El municipio teme que canten y hablen de las problemáticas, por eso no le gusta”. Después cantó el cuarteto musical La Cartonera del Oeste y más tarde se presentó la murga Qué Pacha Mama. Todos los artistas denunciaron los negociados inmobiliarios a costas de la destrucción de la naturaleza.
Un integrante del COA hizo un cálculo sobre el valor del terreno y mencionó un número muy alto. Después, contó que su organización hacía relevamientos en el Yrigoyen desde marzo de 2015 y que ya registraron 154 especies de aves, reptiles y mamíferos, algunas en peligro de extinción. Mientras hablaba, se escuchaban gritos, aplausos y cantos dentro del predio: era común que hicieran eso cada vez que terminaban de plantar un árbol para dejarle una intención. Pero esta vez hombres y mujeres estaban reunidos al lado de una montaña de tierra.
-¿Qué? ¿Quieren poner un supermercado de cemento acá que nos quiera vender fruta? No lo necesitamos, dijo un joven y señaló hacia abajo. A sus pies, sobre los sedimentos, mostraba como había crecido espontáneamente una planta rastrera. Estaba llena de sandías.
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